El propietario era muy buena persona y siempre dado al cambio, a mi me cambiaba pegatinas y yo a cambio le ofrecia material relacionado con el cava que en Catalunya tiene mucha salida.
El negocio no era muy fructifero pero aguantaba, yo despues de cambiar siempre le ofrecia cinco euros para ayudarle a pagar el alquiler y pudiera mantener el local abierto . A todos nos interesaba ese centro de reunión a donde los habitantes de Lleida llevaban " los cacharros y los trastos " cuando querian desacerse de ellos. Ademas el dueño hacia mercadillos por otros pueblos de Catalunya y siempre que veia alguna pegatina se acordaba de mi.
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